Arte
Asociaciones
Colectividades
Deporte
Fotos y Videos
Históricas
Homenajes
Institucionales
Interés General
Juventud Del Sud
Mi Primer Trabajo
Musicales
Programas Radiales
Sitios Amigos
Sociales
Sociedad Suaba de Piñeyro
CONTACTO

Alemanes ilustres -> S -> Schiller, Friedrich

Friedrich Schiller

Friedrich Schiller No sólo fue un gran escritor. También llegó a medir 1,80 metros de altura, incluso 1,90, según cree un biógrafo. Lo suficiente para llamar la atención en su época: un joven flaco, larguirucho, más alto que su competidor, vecino y amigo de Weimar, Goethe, a pesar de que el monumento a ambos poetas ante el Teatro Nacional de Weimar sugiera otra cosa. "Los bandidos", la pieza teatral sobre los rebeldes y asesinos en torno a Karl Moor, quien se cree rechazado por su propio padre, es la que prepara y determina la senda literaria de Schiller. Hasta hoy es justamente esa obra temprana (comenzada a escribir a los 18, 19 años de edad), la que impulsa a los jóvenes a la lectura e incluso a escribir. Luego de su estreno en Mannheim en 1782, entre el público se desató una conmoción, o, como lo describe un testigo de la época: "Extraños se abrazaban llorando, las mujeres se tambaleaban hacia la puerta, muy cerca del desmayo. Fue un drama, como un caos, de cuyas tinieblas surge algo nuevo". Y fue el debut de una nueva estrella de la literatura, el nacimiento de un rebelde, cuya tempestuosa insurrección contra "la pesada férula del despotismo" conquistó a sus contemporáneos tanto como el martilleante patetismo de sus baladas y dramas en verso.

Desde el mismo comienzo, Schiller fue visto como una brillante promesa literaria: "Si va a existir un Shakespeare alemán, entonces es éste." El crítico del diario "Erfurtische Gelehrten Zeitung" fue un visionario. ¿O no? ¿Es Schiller hoy no más que un ejercicio obligatorio para los profesores de alemán? ¿Un clásico inocuo, cuya sed de libertad nada significa para los jóvenes de hoy, acostumbrados a las masacres en los juegos para computadora? ¿Se puede hacer comprender hoy a alguien con qué admiración se llegó a hablar de este poeta? Con adjetivos no se ha escatimado: "gran y genial poeta" (Hölderlin), el "cerebro más fértil" (Wilhelm von Humboldt), el hombre de "la verdad, bondad y belleza" (Goethe), la "apoteosis del arte" (Thomas Mann). Ahora lo queremos ver como ser humano. Con ocasión del 200 aniversario de su muerte, el 9 de mayo de 2005, cae una nueva luz sobre Schiller, un ser humano azotado por enfermedades y laborioso hasta el último hálito de su existencia, que no llegó a cumplir los 46 años de edad. El aniversario ha dado pie a numerosas publicaciones. Y todas las biografías, libros ilustrados y antologías tienen la misma intención: bajar al héroe del pedestal, aproximarse más a Schiller como ser humano.

El temprano éxito de Schiller despertó curiosidad, pero también envidia entre sus contemporáneos. Uno de los envidiosos fue Goethe, a quien "Los bandidos" le "repugnaron en extremo". Justamente al autor del "Werther", que diez años antes había sumido a sus lectores en una fiebre similar, le atemorizó la "conmoción" en que esa obra había sumido a los alemanes. También el escritor de éxito Christoph Martin Wieland se sintió molesto por "la extraña ira que a orillas del Neckar se tiene por genialidad". Pero ése no fue el mayor problema derivado del éxito teatral de Schiller, nacido en 1759 en Marbach, a orillas del Neckar. En la Alemania del siglo XVIII, ya un traslado de Stuttgart a Mannheim (donde el autor había estado presente en el estreno de su primera pieza) era considerado un viaje al exterior. Y en el caso de Schiller, prohibido, ya que era médico de regimiento en Suabia. Y su soberano, Carlos Eugenio de Wurttemberg, no sabía de bromas. Era un déspota, despilfarrador, pero fanático de la disciplina y la subordinación, en particular en el caso de los alumnos de la escuela de élite y academia militar que llevaba su nombre y entre cuyos egresados se contaba Schiller. ¡Ni pensar en volver a Stuttgart! Muy pronto, en su tercera pieza teatral, Schiller desvela la hipocresía, explotación y miserias morales y de otro tipo en la corte. Fue otro enorme éxito: "Intrigas y amor", un "drama en cinco actos" estrenado en 1784.

Schiller tomó entonces una clara decisión: abandonar del todo la medicina y vivir sólo de la literatura. Ello era por entonces una idea bastante singular, en tanto el poeta esperaba poder existir sin apoyo financiero alguno de los poderosos. Schiller se propuso "no apelar nunca jamás a otro trono que el alma humana". Su nuevo soberano iba a ser sólo el espectador en el teatro: "el público lo es todo ahora para mí".

¿Y el amor, cuyo poder y fuerza explosiva había puesto de manifiesto tan conmovedoramente sobre las tablas? ¿Ya no sería tema de tiernos poemas? ¿Ya no sería un tema importante de su vida? No fue el jovenzuelo el que - ¿cómo decía? - veía con mejillas candorosas y avergonzadas a la doncella ante sí... Es un mojigato quien crea que "al gusano se le concedió placer", como reza en la "Canción de la campana". En su círculo de amigos, Schiller estaba considerado un audaz. Comenzó a tener experiencias con el otro sexo a mucho menos edad que Goethe. Como médico militar, ya antes de los 20 años de edad conocía el ambiente de los soldados. Visitas a burdeles, juego de naipes y el consumo de tabaco y alcohol eran parte de los rituales masculinos. El propio Schiller hallaba singular que él mismo por una parte "honrara y amara la naturaleza (de la mujer) que siente con el corazón", pero que, por otra, una mujer segura de sí misma y con atractivos eróticos, "una coqueta", como él la llamaba, le podía fascinar.

En el verano de 1787, a los 28 años de edad, se trasladó finalmente a Weimar, donde vivían personalidades que admiraba, como Goethe, Herder y Wieland... y Charlotte von Kalb, nacida en 1761, casada y madre de un niño. Charlotte se había enamorado ya antes de Schiller. Y ella fue quien le facilitó el osado salto al baluarte de la vida intelectual alemana. Pero luego aparecen dos hermanas... y la solicitud de mano a una, que también se llamaba Charlotte. Schiller había pasado todo un verano con ambas en Rudolstadt: con Charlotte von Lengefeld, por entonces de 21 años, y Caroline, tres años mayor y casada con un tal von Beulwitz. Schiller le declaró a ambas hermanas su amor... en una sola carta, un documento seguramente único en la cultura de las cartas de amor. Schiller, que iba a cumplir 30, quería efectivamente a ambas. La boda con Charlotte tuvo lugar en febrero de 1790 y la hermana estuvo presente. Pero Caroline seguía casada y debió dejar paso a la hermana, que evidentemente llenó de atenciones y mimó tanto al joven esposo que éste pronto envió a Caroline sólo bastante apagadas seguridades de su amor. La pareja tuvo cuatro hijos.

La vida matrimonial tranquilizó a Schiller, le permitió trabajar. Le quedarían a la pareja 15 años, en los que el poeta desarrolló incansablemente una obra de cuya "vigencia hasta una edad bíblica" no hubiera tenido que avergonzarse (Thomas Mann).

No obstante, fue Caroline quien escribió, en 1830, la primera biografía sobre Schiller. Caroline, quien de ninguna manera se desligó por completo del poeta, se había transformado en una exitosa escritora y dibujó una imagen idealizada de Schiller.

En los años anteriores a su boda y después, Schiller se distanció de los versos y dramas. Su por entonces último drama, "Don Carlos", había sido estrenado en Hamburgo en 1787. En la segunda mitad de los años 80 se perfiló - también muy exitosamente - como autor de relatos, p. ej. "El delincuente de un matrimonio perdido" (1786) y "El visionario" (1789). Schiller había ascendido en la escala social: como profesor en la Universidad de Jena, padre de familia, importante autor (con título de nobleza desde 1802), amigo e interlocutor epistolar de los grandes intelectuales de la época.

Sólo uno faltaba: Goethe, que lo había desestimado una vez y ahora esperaba sólo la oportunidad de reparar ese error. Así fue que a mediados de los años 90 del siglo XVIII dos astros del intelecto, que durante mucho tiempo habían permanecido distanciados, comenzaron a girar en la misma órbita. Diez años le quedarían a ambos para esa amistad. Muy pronto, las cartas que intercambiaban asiduamente (al final llegaron a ser unas mil), terminaban con fórmulas como "le deseo salud, transmita mis respetos a todos, reciba las seguridades de mi mayor amistad y esté seguro de la reciprocidad del cariño suyo que siento" (Goethe).

El teatro había sido la obsesión de Schiller y volvería a serlo, también con la ayuda y el apoyo de Goethe. Once años habían transcurrido desde el último estreno de una pieza de Schiller, cuando, en 1798, por fin volvió a las tablas: con el gran drama histórico "Wallenstein", en tres partes, que puede ser representada en tres veladas sucesivas. En los últimos años de su vida, Schiller escribió, como un poseso, varias piezas de teatro. A "Wallenstein" le siguió inmediatamente "María Stuart" (estrenada en 1800) y luego "La doncella de Orleáns" (1801). Más tarde, la "La novia de Messina" (1803), nunca muy bien apreciada por el público, y finalmente su gran triunfo teatral: "Guillermo Tell" (1804). Otras piezas, como "Demetrius", bastante avanzada, quedaron sólo fragmentarias. "Schiller inventó un idioma teatral personal, inconfundible en su entonación, gestos y melodía: el más brillante y retóricamente más apasionante que se halla escrito en alemán y quizás a nivel mundial, una mezcla de reflexión y sentimientos", escribió Thomas Mann, que simultáneamente alabó la "perenne juventud" de Schiller, su "pasión por la aventura y lo psicológicamente sensacional".

En "Guillermo Tell", esa grandiosa saga suiza en relación con un disparo decisivo de ballesta (el premio, la libertad, al final no es entregado), Schiller retorna a sus comienzos: "El poder de los tiranos tiene sus límites": ese mensaje nunca había muerto en su alma. Efectivamente, en la obra de Schiller se encuentran una y otra vez sorprendentes ideas políticas, preguntas, esperanzas. Mucho antes que Bertolt Brecht en sus famosas "Preguntas de un trabajador que lee", Schiller pregunta (en 1789, en su "Visionario") por el destino de aquellos que construyeron las pirámides para gloria de los reyes: "¿Qué se le debe al trabajador cuando ya no pueda trabajar o no tenga más en qué trabajar? ¿Qué es del ser humano cuando ya no se lo necesita?" En su discurso de asunción del cargo como profesor en Jena (el mismo año), recibido por los estudiantes con entusiasmados aplausos, probó tener cualidades de augur histórico, si bien excesivamente optimista: "La sociedad europea de Estados parece transformarse en una gran familia. Sus integrantes podrán enemistarse, pero no descuartizarse mutuamente".

El año de su muerte, Schiller conoce Berlín, la mayor ciudad que vería en su vida y la más alejada geográficamente de su lugar de nacimiento. Allí estuvo más de tres semanas, donde se lo celebró frenéticamente. Varias de sus piezas de teatro fueron representadas en su honor. Fue homenajeado, halagado y festejado... con su familia siempre presente, sus hijos experimentaron el triunfo del padre.

Fue acosado con los mejores argumentos (también financieros) para que se quedara en Berlín, pero Schiller retornó a Weimar. Quizás haya sentido que su cuerpo enfermo no resistiría mucho más. Sufría de una necrosis purulenta de los pulmones, su corazón estaba debilitado, al final se agregó una grave neumonía. Cuando Schiller murió, en 1805, a los 46 años de edad, consideraba "el más benéfico suceso de mi vida" no el matrimonio, sino su amistad con Goethe. Éste, diez años mayor, viviría casi tres décadas más que Schiller.

El poeta Adelbert von Chamisso, que vio a Schiller en Berlín sólo de lejos, dedicó a Schiller versos de veneración: "A ti tendría que volcarse el corazón en respeto". Parece algo muy lejano. Pero, singularmente, ¿no se halla un eco de ello aún en nuestros sueños de apasionamiento juvenil, sólo que algo más sobrio? "Crece, en cuanto nos ocupamos de él, de la lejanía a la cercanía": tal la experiencia del dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt en el siglo XX.

Y ahora también nos aproximaremos mucho a él, a este ser humano, a Schiller.

Fuente: "Revista Deutschland." Número 1/2005 Febrero/Marzo. por Volker Hage.

Alemanes ilustres -> S -> Schiller, Friedrich

 

2004/2010 - www.delascolectividades.com.ar - Un sitio de Eva Barbara Schmidt /
webmail