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Alemanes ilustres -> H -> Hesse, Hermann

Hermann Hesse

Biografía

1877: Nace el 2 de julio en Calw.
1891-92: Seminarista en el monasterio evangélico de Maulbronn.
1895-98: Formación profesional de librero, primeras publicaciones.
1904: "Peter Camenzind"; matrimonio con María Bernoulli; traslado a Gaienhofen, Lago Constanza; autor independiente.
1905: Nace su hijo Bruno.
1906: "Bajo las ruedas".
1909: Nace el hijo Heiner.
1911: Nace su hijo Martin; viaje a la India.
1912: Hesse se muda a Berna/Suiza, abandonando Alemania para siempre.
1916: Ataque de nervios, primer tratamiento psicoterapéutico.
1919: "Demian"; separación de Maria, traslado a Montagnola/ Tesino.
1921: Psicoanálisis con C.G. Jung.
1922: "Siddhartha" 1923 Divorcio.
1924: Hesse adopta la ciudadanía suiza, bodas con Ruth Wenger.
1927: "El lobo estepario", divorcio.
1930: "Narciso y Goldmundo".
1931: Matrimonio con Ninon Dolbin.
1939-45: Los nazis declaran indeseables las obras de Hesse en Alemania.
1943: "El juego de abalorios" (que venía escribiendo desde 1932).
1946: Premio Nobel, Premio Goethe.
1962: 9 de agosto, Hesse fallece en Montagnola.

Por las huellas del lobo estepario

Hermann HesseNadie le llega ni a la suela de los zapatos. Con la tirada de sus libros es el triunfador indiscutido. Sus lectores en todo el mundo se cuentan por millones, antaño y en nuestros días. Ningún autor de lengua alemana del siglo XX ha escrito obras tantas veces traducidas corno Hermann Hesse - a 54 idiomas. De generación en generación, los lectores lo han seguido, cautivados por un escritor que nunca fue capaz de encarar la vida como un observador retraído, a pesar de toda su experiencia. Stefan Zweig dijo alguna vez que pocos como Hesse tenían la dicha de una pubertad que retornaba periódicamente. Durante mucho tiempo ambos autores estuvieron unidos por lazos de amistad, y el testimonio de Zweig es indudable: Hesse podía escribir de forma tan convincente únicamente porque estaba envuelto intrínsecamente en la trama de su obra.

La mera contemplación, como muy bien lo sabían sus contemporáneos, no era su pasión. Elisabeth Mann Borgese, la hija menor de Thomas Mann, recordaba que en su niñez se sorprendió en St. Moritz de lo buen esquiador que era el escritor Hermann Hesse; muy diferente su propio padre, quien siempre parecía estar al margen, pero quien a pesar de las diferencias apreciaba a Hesse, tanto que ya en 1931, durante aquellas vacaciones invernales comunes, lo propuso para el Premio Nobel. Y cuando en 1946 Hesse lo obtuvo, fue premiado un artista que nunca titubeó en expresar claramente sus propios sentimientos: sea describiendo las penurias espirituales de un escolar o el dolor existencial de un hombre que se ve envejeciendo - sus lectores siempre han podido entender a este autor, a veces de forma tan directa que los germanistas poco han podido agregar. Por cierto, los filólogos nunca le han dedicado especial atención, en todo caso mucho menos que a otros literatos.

Hesse arrastraba ya un pesado baúl de experiencias cuando en el verano de 1904 arribó a la península de Höri. Finalmente se quedó allí ocho años, hasta 1912. Al fin era lo que desde niño había querido ser: un escritor que se podía dar el lujo de vivir en una comarca idílica, si bien en condiciones modestas pero con independencia y una bella vista. Poco antes había podido celebrar su primer éxito: con "Peter Camenzind", la apesadumbrada historia de un melancólico, había llegado al alma de los lectores. En esa obra había hecho fluir sus propias vivencias. Tübingen, donde trabajaba de librero, se encuentra en ese libro, al igual que Maulbronn, el monasterio que nadie que recorra las huellas de Hesse puede dejar de visitar sin pensar en la suerte de su personaje Hans Giebenrath. La novela "Bajo las ruedas", la historia del ajusticiamiento pedagógico y la muerte del sensible escolar la terminó en 1904, casi durante su mudanza. A su manera, con esta obra Hermann Hesse quiso despedirse de aquellos lugares que, a pesar de todo, seguían al alcance de la mano.

Abandonando los parajes familiares

Hoy, el viaje del Lago Constanza a la localidad de Maulbronn, en la región de Württemberg, dura poco más de dos horas. Fácilmente se puede encontrar el lugar descrito en la su obra, el Seminario Evangélico donde Hesse fue a la escuela y donde percibió lo que, años después, amenazaría a su personaje. Ese establecimiento sigue preparando a los escolares para el bachillerato. Las salas de clases siguen en su lugar, sobre el claustro del antiguo monasterio cisterciense. Quien se interese en Hermann Hesse, quien siga sus huellas, debe estar preparado para los sorpresivos cambios temporales, la verdad no se puede encerrar en un marco histórico. Así como la representación literaria vive en el presente, así se la encuentra en el pasado: Hermann Hesse estuvo bajo vigilancia especial, después de que en 1892 trató de huir de Maulbronn por su temor de tener que recorrer la senda predestinada: del seminario cristiano al monasterio teológico. Sin embargo, esa medida que sus padres ordenaron fracasó por fuerza mayor - con un intento de suicidio. El revolver que Hesse tomó en sus manos a los catorce años de edad todavía se conserva en el museo de su ciudad natal de la Selva Negra, Calw, en la ciudad que a Hesse le era tan familiar que tuvo que abandonar, para compensar sus impresiones en "Demian" o "El juego de abalorios", quizás con cierta distancia pero con cruda franqueza. Muchos componentes y circunstancias que conocemos por los libros de Hesse nos siguen saliendo al paso en Calw. La impresión de pequeña y apacible ciudad que tiene el lector se refleja en la realidad; Calw sigue un tanto escondida en un valle, con la misma estrechez que Hesse sintió y que lo llevó a dejarla, a buscar suerte más allá de los montes, en el clima más templado del Lago Constanza.

En ningún lugar los acólitos de Hesse se aproximan más a su autor que en el museo de Gaienhofen. Es el único museo dedicado a Hesse que se encuentra en cuartos que el escritor habitara antaño. Allí, el autor tuvo una "vida natural, disciplinada, cercana a la naturaleza", sin gas o electricidad. Sin embargo, la feliz sensación sedentaria se convirtió para el escritor, que ya tenía tres hijos, en un cautiverio. Solamente en movimiento, en el nebuloso lago, en bote o a bordo de un zepelín, podía escapar a esa sensación. "Una gana de viajar legítima, incurable, loca" hizo presa repentinamente del autor.

Probablemente, el viaje en barco que emprendió en 1911, de Genova a Ceilán y Sumatra, a lo largo de la costa occidental de la India, donde había vivido su abuelo, el lingüista Hermann Gundert, le pareció una fuga. Además, su madre, Marie Hesse, había nacido allí, en la ciudad de Thalassery. Por decirlo así, en la historia de la familia radicaba aquella mente abierta al mundo que habría de distinguir a Hermann Hesse. Los numerosos idiomas que dominaba el abuelo, las pequeñas figuras de bronce de extrañas deidades en su estante de libros, todo ello le había dado alas a la imaginación infantil, llevándolo más allá de los estrechos límites provincianos a otras latitudes.

Al comienzo de la Primera Guerra Mundial les había reprochado a los artistas alemanes, que habían estallado en aclamaciones patrioteras: "Oh amigos, ¡no digáis tales cosas!". Desde ese momento, Hesse pudo llegar a su país de origen únicamente con su obra literaria - el exilio se convirtió en su patria. Después de Berna, su camino lo llevó a Montagnola. En el Tesino encontró finalmente el lugar que andaba buscando: un paisaje que correspondía a aquel espíritu libertario.

Fuente: "Revista Deutschland." 3/2002 Junio/Julio. Thomas Rietzschel.

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